miércoles, 24 de junio de 2009

La maravilla de la tecnología educativa 1


Sí, es maravilloso, tenemos una cantidad enorme de herramientas: los blogs, las wikis, las plataformas educativas, los podcast, los videos, youtube, todo lo que uno se pueda imaginar y dejar de imaginarse. De pronto se entra en estos juegos con la idea de que se nos van a resolver los problemas, que se van a hacer mejores cosas, que se tiene un punto de partida para tener más tiempo libre, que con colgar lecturas y tareas en plataformas, páginas web o blogs ya está. En educación es un mal muy común.

Podemos tener la más alta tecnología, pero como dijo Alejandro Ramírez (y cuya idea comparto desde tiempo atrás), si no se sabe comunicar lo que se quiere decir o comunicar (vale la redundancia), todo ello no sirve para nada.

En la propia experiencia como administradora de cursos en la plataforma Moodle me he topado con que los profesores la utilizan como ropero, es decir, cuelgan archivos digitales para lectura de estudiantes, les abren opciones para subir las tareas y de ahí cuando mucho pasan a poner foros que no desarrollan los estudiantes. ¿Por qué sucede esto?

Porque falta de formación didáctica, no se trata sólo de saber usar las herramientas, eso se aprende siguiendo instrucciones, pero el saber utilizarlas con fines educativos implica una formación distinta.

sábado, 20 de junio de 2009

El caso del facilitador


Ese juego de palabras y confusiones que sirven como excusas para no hacer, para hacer menos.
De vez en cuando me encuentro con algún trabajo que entregan mis alumnos y sobre o bajo mi nombre ponen facilitador, la moda, la actualidad le llaman otros. Desde la educación basada en competencias, la educación basada en el aprendizaje, basada en el alumno, donde el profesor ya no es profesor (:o), ahora es facilitador de aprendizajes. Dicen los creadores de estas ilusiones ópticas que ahora debemos dejar a los alumnos ser y hacer, lo cual ha servido para una cantidad mayor de malas interpretaciones que ya no se si sorprenden.
La idea central de estas teorías, propuestas, modelos es sí, es centrar la educación en el aprendizaje, en el alumno, pero no dejarlo hacer lo que le de la gana, eso profesores (facilitadores, docentes o como les guste más) implica trabajar pensando en que el alumno aprenda, no memorice, implica prepararse, implica involucrar al estudiante, hacerlo parte del proceso, dejarlo desarrollar su creatividad, no mantenerlo en un estado de somnolencia perpetua, implica desarrollar estrategias adecuadas para que la enseñanza cumpla con el propósito del aprendizaje.
El llamado facilitador no es otro que un profesor o docente comprometido con el aprendizaje, comprometido con la profesión.
Bastante seguido tengo la impresión de que no se dan cuenta del papel fundamental que juegan en la vida del otro, el otro que será él el día de mañana y que seguirá reproduciendo las mismas estupideces, dedíquese a lo que se dedíque. Tal vez si tenía razón Bourdie, pero trasladado a la cultura y al contexto de nuestra realidad, es todavía peor.
¿Será que podríamos ser un poco más conscientes de lo que somos y hacemos? Ojalá que sea pronto, porque como país, como sociedad, cada vez estamos peor. Qué bueno sería que nos excusáramos menos y actuáramos más.

Diario de Cursos y discursos 2


La experiencia de la primer semana de curso, no se convirtió en discurso, por el contrario, me dejó un buen sabor de boca. El conocimiento nuevo adquirido ha sido poco, pero ello no demerita la reflexión sobre la práctica, la afirmación de que lo que estoy haciendo va por un camino más o menos correcto, que los profesores tenemos mucho por hacer, que nos falta mucho por razonar.
La reflexión sobre la práctica nos lleva a pensar en la falta de de formación didáctica, la cual le hace mucha falta al profesor.
El estar en curso para profesores en el papel de estudiante me ha dado una perspectiva diferente a la que he tenido hasta ahora, me ha situado en el otro lado de la sala, acostumbrada a dirigir, impartir yo los cursos a profesores. Me he sentido con ganas de callar al otro a veces, cuando se habla de cosas que comunmente llamamos tonterías (o más feo si se quiere), en otros momentos me han dado ganas de decirles que se retiren de la profesión docente, porque ES UNA PROFESIÓN, otra diferente a su formación de abogados, biólogos, sicólogos, comunicólogos, contadores... a esos que se excusan para lo que hacen (o no hacen), se ponen en defensiva.
La excusa típica de que las tecnologías, los celulares son malos, "hacen ruido" en la comunicación entre alumno y profesor. Pero es el profesor el que tiene la batuta para la dirección de la orquesta. Todos los elementos son importantes, los estudiantes, los profesores, para lograr una armonía, lo más perfecta o agradable posible. Entonces, si las reglas son claras (no celulares en clase por ejemplo) y el profesor sigue la misma indicación que da, la relación se mantiene sin problema, o con problemas mínimos.
No quiero caer en lo que critico tanto, la soberbia del todo sabedor, tengo compañeros que son extraordinarios, que los he visto en la talacha, pensando, estudiando, aprendiendo, jugando con la tecnología para incorporarla en su práctica (Lovio por ejemplo).
Ha sido enriquecedor estar en el otro punto, en la otra parte.
Como conclusión de la primera parte del curso veo mucha resistencia por parte de los profesores a incorporar el uso de la tecnología en sus cursos, incluso en su práctica. A la mayoría los he visto entrados chateando varias veces, saturando los correos de chistes y basuras inombrables, cadenas de lo absurdo a lo idiota, pero no quieren ver más allá, creo que es apatía, flojera, falta de interés o como les gusta llamarlo a la mayoría: resistencia. Veremos cómo reaccionan con la segunda parte del curso, cuando se enfrenten a la tecnología. Veremos si entendieron que la primera parte del curso tenía un fin muy específico que está ligado (muy efectivamente puedo agregar) a la segunda.

sábado, 13 de junio de 2009

Diario de Cursos y discursos 1


¿Cuándo los cursos se convierten en meros discursos?
Cuando no hay nada de avance en la propia formación, cuando no hay una interacción entre el profesor (moderador, facilitador o como le quieran llamar) y el alumno.
La vuelta a la escuela de un profesor como alumno a veces suele ser tan extraña, tan inquieta.
En lo personal lo he vivido decepcionante en dos de cuatro cursos en los que he participado como alumna desde que me integré al campo docente. Entre el monólogo de uno que no escuchaba, que tiene mucho conocimiento pero no escucha, no va más allá de exponer lo mismo que ha venido exponiendo durante los últimos años, y la pasividad del otro, que sí escuchaba pero no actuaba, no avanzaba, no decía más de lo que los otros, los alumnos, a los que suponía debía enseñar, hacer crecer, fue como un repaso de las cosas que están por ahí, que ni los menos duchos sintieron gran avance.
Sin embargo en ninguno de los cuatro he experimentado cambios en mi, por un lado una profesora que se dio a la tarea de armar cosas muy buenas, vistas sí, desde un punto de vista muy bourdeano, pero muy buenas, pero el grupo no se prestaba para avanzar, no se hicieron las grandes discusiones que merecía un tema como ese, o los grandes avances metodológicos, aunque el discurso era muy bueno y la forma de llevarlo excelente, lástima que se detuvo tanto en atender "nimiedades", por llamarlas suavemente. En el otro curso aceptable, el profesor es excelente, docencia muy buena, temática ya conocida y estudiada en maestría, al menos por mi.
Veamos esta nueva etapa de re-formación cómo resulta.
Pocas veces recibo retroalimentación de mis estudiantes, ojalá ellos hicieran esto.