sábado, 20 de junio de 2009

El caso del facilitador


Ese juego de palabras y confusiones que sirven como excusas para no hacer, para hacer menos.
De vez en cuando me encuentro con algún trabajo que entregan mis alumnos y sobre o bajo mi nombre ponen facilitador, la moda, la actualidad le llaman otros. Desde la educación basada en competencias, la educación basada en el aprendizaje, basada en el alumno, donde el profesor ya no es profesor (:o), ahora es facilitador de aprendizajes. Dicen los creadores de estas ilusiones ópticas que ahora debemos dejar a los alumnos ser y hacer, lo cual ha servido para una cantidad mayor de malas interpretaciones que ya no se si sorprenden.
La idea central de estas teorías, propuestas, modelos es sí, es centrar la educación en el aprendizaje, en el alumno, pero no dejarlo hacer lo que le de la gana, eso profesores (facilitadores, docentes o como les guste más) implica trabajar pensando en que el alumno aprenda, no memorice, implica prepararse, implica involucrar al estudiante, hacerlo parte del proceso, dejarlo desarrollar su creatividad, no mantenerlo en un estado de somnolencia perpetua, implica desarrollar estrategias adecuadas para que la enseñanza cumpla con el propósito del aprendizaje.
El llamado facilitador no es otro que un profesor o docente comprometido con el aprendizaje, comprometido con la profesión.
Bastante seguido tengo la impresión de que no se dan cuenta del papel fundamental que juegan en la vida del otro, el otro que será él el día de mañana y que seguirá reproduciendo las mismas estupideces, dedíquese a lo que se dedíque. Tal vez si tenía razón Bourdie, pero trasladado a la cultura y al contexto de nuestra realidad, es todavía peor.
¿Será que podríamos ser un poco más conscientes de lo que somos y hacemos? Ojalá que sea pronto, porque como país, como sociedad, cada vez estamos peor. Qué bueno sería que nos excusáramos menos y actuáramos más.

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